Buenas tardes a todos
Investigando sobre el proyecto, no he podido desviar mi atención de la pregunta tan interesante que ha propuesto Héctor, leyendo vuestras opiniones al respecto, por lo que me gustaría compartir la mía.
En primer lugar, la gran evolución de los robots ya es un hecho, por lo que su uso en grandes empresas espaciales como lo es la NASA no debería sorprendernos. Estas entidades buscan en todo momento mejorar sus métodos, buscando la manera de que sean más eficaces a la hora de lograr sus tareas. Es por ello que esta sofisticada tecnología no se ha quedado atrás, ya que gracias experimentos y pruebas realizadas, se ha podido comprobar que son capaces de cumplir con las expectativas, llevando a cabo tareas cada vez más elaboradas. Por consiguiente, estoy casi seguro de que, en futuras misiones espaciales, estos robots serán un compañero más, ayudando en la nave para que todo sea más ameno.
No obstante, considero que el papel del hombre en estos proyectos nuca será sustituido por estos ingenios tecnológicos debido a una sencilla razón, y es que es, y será muy difícil depositar todas nuestras esperanzas en una máquina durante misiones tan importantes, donde hace falta más que una gran base de datos para realizar determinadas acciones, donde incluso la ética puede jugar un papel crucial.
Finalmente, y respondiendo a la última pregunta planteada por Héctor, he de decir que comparto las opiniones tanto de María como de Junyi. Esto se debe a que, como bien dice nuestro compañero, que un robot tenga sentimientos es una cuestión muy complicada de plantear, donde la importancia que le demos a su "vida" será el centro de la pregunta, ya que muchos empatizarán con él y no querrán que lleve a cabo los papeles difíciles y peligrosos. Sin embargo, este mismo planteamiento se puede llevar al ámbito humano, donde si permitimos que personas arriesguen su vida por lo que solemos decir como "el bien de la humanidad", por qué no un robot, el cual puede llegar a ser un muy buen acompañante que haga sentir a los astronautas que no están solos en medio del extenso espacio, como bien comenta María.
Un saludo
Beltrán Ferreras, colegio Amor de Dios, Cádiz